El decano de la Fira del Llibre dice adiós: "En los 70 nos insultaban, pero nunca hasta este año me habían pedido el ‘Mein kampf’"

El histórico librero y editor de L’Eixam, Rafa Arnal, se despide como decano de la feria después de 48 ediciones seguidas sin faltar un solo año

Valencia. VLC. Libreria L'Eixam, la librería más veterana de la feria (48 años seguidos). Su propietario, Rafa Arnal, se retira este año.

Valencia. VLC. Libreria L'Eixam, la librería más veterana de la feria (48 años seguidos). Su propietario, Rafa Arnal, se retira este año. / Miguel Ángel Montesinos

Voro Contreras

Voro Contreras

Rafa Arnal (Tavernes Blanques, 1948) es un histórico de la política valenciana, ya que fue uno de los fundadores del PSPV junto a Vicent Ventura y después de UPV para acabar batiéndose por su cuenta y riesgo en las filas del nacionalismo y el movimiento libertario. Es también un histórico la cultura valenciana: estuvo entre los jóvenes más rebeldes de Lo Rat Penat durante la dictadura y en la creación de Carraixet, grandes referentes de la «cançó» de aquí. Arnal es, además, un histórico de periodismo valenciano -desde la prensa clandestina a sus colaboraciones con decenas de medios- y de la publicación de libros, ya sea como editor, como autor y como vendedor. 

Arnal es, en definitiva, un histórico, aunque estos días lo sea más concretamente de la Fira del Llibre, pues con esta de 2024 hace ya 48 ediciones que participa como librero de forma interrumpida. De hecho, en su caseta de L’Eixam Llibres, Arnal ejerce de decano de la Fira. Y, de hecho también, esta que termina hoy es, probablemente, su última feria. «De mi generación ya no queda ninguno», dice, no sabemos si con cierta tristeza o con cierto orgullo.

De la Plaza del Ayuntamiento a Viveros

«Mi primera Fira fue la de 1976, cuando aún se celebraba en la Plaza del Ayuntamiento. Iba a venir a la de 1975, pero como por entonces llevaba el aparato de prensa y propaganda del PSPV, estar expuesto en una caseta podría ser un problema». Y lo acabó siendo. Cuenta que en la feria de 1977 los «fascistas» arrasaron con la caseta de su librería que, para más señas, se llamaba 9 d’Octubre. 

«En esa época nos insultaban mucho e incluso intentaban agredirnos, pero hace ya tiempo que estamos más tranquilos», relata. Dice que todos los años «viene alguno a tocarme los cojones» y le pregunta si le vendería algún libro de César Vidal o de Pío Moa, algo a lo que Arnal tampoco parece darle demasiada importancia. 

La típica excursión del cole

Sí le preocupa, en cambio, algo que nunca le había ocurrido hasta esta Fira. «Vino la típica excursión de un colegio con los alumnos bien uniformados, se nos acercó un chaval y nos preguntó si teníamos el ‘Mein kampf’ de Hitler. Le dije que nosotros éramos una librería seria».

Volviendo a sus inicios como firer, Arnal explica que lo mejor que tenía la Fira cuando se celebraba en la Plaza del Ayuntamiento era que, al estar en el centro de la ciudad, la concurrencia de público era notable. «Cuando pasamos a Viveros porque en la plaza ya no cabíamos, tardamos dos o tres años en recuperar las ventas que teníamos hasta entonces», señala. 

Por suerte, hace ya tiempo que la Fira en Viveros es una de las citas culturales imprescindibles en la ciudad. «Ahora es una barbaridad -concede el librero-. Es el único momento del año en el que el libro es el protagonista en València».

Cosas que cambian y otras que no

En sus 48 años en la Fira, Arnal ha comprobado que hay cosas que no cambian y otras que sí. No ha cambiado, dice, que «las mujeres siguen siendo más aficionadas a la lectura que los hombres». Y ha cambiado «que ahora el 90 por ciento de las casetas tienen los mismos libros». Arnal lamenta que la feria haya perdido parte de ese atractivo que antes tenía para lectores que solo podían acceder allí y en ese momento del año a ciertas librerías especializadas. «Nosotros debemos ser los únicos que tenemos media caseta dedicada a libros políticos, valencianistas y anarquistas», presume. 

Arnal tiene ya 76 años y ha pasado por tres cánceres, el último de los cuales le hizo «ver esa luz que dicen que hay al final de un túnel». Por eso cree que esta será su última feria. «Mi mujer ya está cabreadísima porque dice que a este paso me moriré en la caseta», reconoce Arnal, tampoco sabemos si con cierta tristeza o con cierto orgullo.  

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